
El grupo climático Greenpeace, junto al cofundador y presidente ejecutivo de Ripple, Chris Larsen, han creado una campaña que quiere cambiar Bitcoin (BTC) a un sistema de consenso más verde, Proof of Stake.
Bitcoin es visto por los inversores como un activo digital con las cualidades del oro, solo que su consumo energético es muy alto y eso no le agrada a los legisladores y a los grupos ecológicos, lo cual cataloga a la industria como muy contaminante.
La iniciativa lleva por nombre «Cambia el código, no el clima» y tiene como objetivo conseguir que los grandes líderes de la industria, los mineros de Bitcoin y las personas influyentes como Elon Musk y Jack Dorsey pasen a un nuevo modelo de consenso.
Políticos y The Wall Street Journal destacan el impacto de Bitcoin en el medio ambiente y abogan por el cambio. La campaña está financiada por el cofundador de Ripple, Chris Larsen.
El Sr. Larsen comentó que realizó una donación de 5 millones de dólares a la campaña.
La propuesta es convencer a los inversores y partidarios de Bitcoin para modificar el código de la red y eliminar el mecanismo «Proof of Work», que implica un gasto de cierta cantidad de energía para procesar las transacciones y así obtener recompensas en Bitcoin.
El consumo de energía de la minería de Bitcoin es un mecanismo para la defensa de la red.
Bitcoin es una criptomoneda de código abierto, eso quiere decir que cualquiera puede ejecutar el software de Bitcoin. La red necesita que los mineros gasten enormes cantidades de potencia de procesamiento (hashrate), de esta forma para que un usuario se apodere de la red va hacer muy costoso, ya que tendría que apoderarse de todo el hashrate.
Por eso, es muy complejo la creación de monedas falsas o manipular las transacciones en la red.
La red Bitcoin consume un estimado de más de 134,9 teravatios hora al año de energia, si comparamos estos datos con el consumo promedio de Noruega el cual es de 124,3 teravatios hora, eso nos quiere decir que los mineros consumen un 8,52% más que el país nordico.